Geográficamente nuestros

Hace mucho tiempo advertí a Víctor de que, sin querer o queriendo, terminaría enamorándose de mí. Hoy, puedo decir que el otro día en un concierto le observé de rodillas mostrándome un anillo de compromiso.

Parece que ambos concordamos en que la vida tiene sentido si en nuestros versos queda tatuada la sonrisa del otro. Y aquí dentro se encuentra toda esa poesía, aunque todavía nos falta vida para seguir esculpiendo el arte en nuestras libretas.