UN VIAJE CON EL EBRO

Andar para ver y para saber…
¡Y ver y saber para conocer!
(Dicho popular)

Puesto que de saber se trata, diré que fue en abril cuando los amigos se iniciaron físicamente en la paciencia y la libertad del viaje y se citaron en Reinosa. Aunque, en rigor, mucho antes prepararan la partida y la realidad palpable: desde el instante mismo en que la idea, el sueño, una conversación, una lectura, una imagen, una propuesta, o todo ello ovillado, rezumara como una piedrecita en la frente que los antiguos llamaban de la locura.
Y para extraerla y evitar que transmutara en obsesión y rezumara ansiedad, no quedó sino echarse al camino, convencidos de que cuando uno se va, ya se ha ido de antemano en intención. Y cinco fueron los que se animaron y salieron. Y cinco los que llegaron.